Los 43 estudiantes desaparecidos en la Normal de Ayotzinapa, Iguala, Guerrero, constituyeron para casi todo el mundo sensible una tragedia difícil de superar. No se superará. No se admitirá nunca un crimen tan artero y cruel, tal como lo dejaron asentados en varias declaraciones e innumerables pronunciamientos intelectuales, artistas y dirigentes de derechos humanos tanto en México como en el extranjero.
Ciudad de México, 28 de diciembre.- “Es una tragedia tan grande que no sé cómo se puede usted mantener en pie”, le dijo el periodista argentino César Mascetti en una de las tantas entrevistas con medios internacionales proporcionadas por el padre Alejandro Solalinde, para ayudar a tratar de entender afuera lo que adentro tampoco se explica demasiado.
Precisamente, el cura de los migrantes fue al principio la voz de los mártires y de sus familias dolientes, desorientadas, aunque luego tuvo que hacerse a un lado y quitarse del centro de la esfera pública, por pedido de las propias familias de los muchachos agredidos que no vieron con agrado que el sacerdote saliera a decir que los chicos habían sido asesinados.
Mientras los estudiantes no aparezcan, sus deudos no tienen por qué aceptar su muerte previsible. Se trata de una consigna histórica en el desarrollo de los derechos humanos en el continente que los padres de Iguala hicieron suya.
Eso no impidió a Solalinde decir a una radio argentina hace poco más de 10 días que “me da mucha pena decirlo, reiterarlo, pero por supuesto que ninguno de los estudiantes de Ayotzinapa está vivo. Ahora lo que se discute es de dónde salieron esos restos del basurero de Cocula, de dónde salieron los restos calcinados que mandaron a Austria.
El equipo argentino forense, el más confiable del mundo, acaba de decir que no tiene garantías de dónde salieron los restos. Podrían haber salido de un crematorio del ejército o de cualquier otro lado, pero no existe evidencia científica de que salieran del basurero. Ellos (por los médicos forenses) están muy presionados y, por qué no decirlo, ellos también corren peligro”, remató el cura.
El primer fin de semana posterior a la desaparición de los muchachos el 26 de septiembre, se llevó a cabo en Xalapa, Veracruz, una zona también considerada caliente y muy cuestionada por los organismos de derechos humanos, el Hay Festival, un festival literario donde la frivolidad es ley y lo banal da cátedra.
Tantos escritores juntos fueron el pretexto para que SinEmbargo elaborara un reportaje con las opiniones en torno a lo que ya entonces se avistaba como una tragedia de dimensiones extraordinarias.
Llamó la atención aquella vez la inmediata reacción de la veterana Margo Glantz, quien a sus 84 años no tuvo ningún ambage en afirmar que los chicos ya estaban muertos y que no iban a aparecer.
“Todo el país será una fosa común”, dijo, alelada, la cuentista y novelista Ana García Bergua, al tiempo que el periodista Diego Enrique Osorno pedía la dimisión inmediata de Ángel Aguirre Rivero, el ex gobernador de Guerrero que, efectivamente, tuvo que dejar del cargo ante la presión popular y como el principal sospechoso de crímenes contra derechos humanos que eran lo constante en su territorio.
“Imagínate esto: qué país es aquel en el cual unos estudiantes normalistas muy pobres, pertenecientes a una de las regiones más pobres y marginadas de México, son capturados, conducidos quién sabe adónde y luego asesinados y enterrados por la policía. Es grotesco y horripilante”, dijo el escritor y filósofo Hugo Hiriart.
“Tengo mucho miedo, esta es una historia de terror, de mucho terror”, admitió Francisco Pancho Hinojosa, el entrañable autor de La peor señora del mundo.
“Es totalmente monstruoso, no hay palabras para describir los hechos de la represión en Iguala y que obedecen claramente a una política de Estado. Pasa primero por Tlatlaya, sigue por Iguala y atraviesa toda la República”, afirmó Rafael Barajas “El Fisgón”.
Fueron esos testimonios en caliente en uno de los primeros documentos periodísticos de reacciones que se hizo en aquellos días aciagos. Con el transcurrir de los días, los más funestos vaticinios se iban cumpliendo y los discursos, como es lógico, radicalizando.
Cuando fuimos al encuentro de Juan Villoro al Colegio Nacional, para entrevistarlo en torno a la tragedia de Ayotzinapa, ya se había hecho carne en la opinión pública la consigna “Fuera, Peña Nieto”, algo que hizo decir al autor de El testigo que “México es Sudáfrica antes de Mandela”.
“Se trata de una situación límite de mucho dolor para todos los mexicanos. Un dolor que ya había aflorado puntualmente para muchas familias durante los seis nefastos años de gobierno de Felipe Calderón y también se había catalizado mucho este descontento con el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad encabezado por el poeta Javier Sicilia a partir del 2011.
Creo que ahora ya llegó a un nivel de condensación en el que la gente no puede más. Del “Estamos hasta la madre” de Javier Sicilia, que era un grito de indignación, hemos pasado a un “Basta ya” rotundo y sí creo que es un momento límite, lo que hay que ver es hacia dónde seguimos”, decía el entrañable “Juanito” de Dios es redondo, Safari accidental, El disparo de Argón, La casa pierde, entre tantos libros de variados géneros.
Para el escritor, que este año perdió a su padre (el filósofo Luis Villoro, 1922-2014), “esta primera respuesta que veo en clave emocional más que en clave política era necesaria para que la comunidad internacional también despertara y Peña Nieto que había sido declarado por la revista Time el gran transformador de México se ha puesto en cuestión, no tanto por su responsabilidad directísima en los sucesos, sino por lo que él representa: un Estado que ha fallado”, decía Juan.
Y frente a la consigna de que se fuera el presidente constitucional de los mexicanos, Villoro esgrimía prudencia y racionalidad, al tiempo que cerraba la entrevista con una frase proverbial que se repitió hasta el hartazgo en las redes sociales:
“Gramsci ha vuelto a tener razón. Debemos apelar al pesimismo de la inteligencia y al optimismo de la voluntad. Las cosas están de la chingada, pero vamos a seguir soñando. Una tía de Jorge Ibargüengoitia dijo más o menos lo mismo con otras palabras: la vida quiso que fuera desgraciada, pero no me dio la gana”.
Por los desaparecidos de Ayotzinapa se pronunciaron desde Calle 13 a Carlos Loret de Mola; desde Eugenio Derbez a León Gieco. Miembros de la Comunidad Académica Internacional de más de 60 países y 500 universidades, así como intelectuales, centros de investigación y organizaciones de la sociedad civil. Rockeros locales como León Larregui –el líder de Zoé- y Saúl Hernández, el líder de Caifanes.
Algunas de esas voces dieron contorno y contenido a gargantas que suelen permanecer silenciadas, sin acceso a los medios de comunicación. En la ceremonia de los Grammy Latino, los puertorriqueños de Calle 13 aparecieron con playeras que pedían por la aparición con vida de los 43.
Sin poder estar lejos de la polémica, Residente y Visitante tuvieron que iniciar juicio a unas personas que en el medio de su concierto en el Palacio de los Deportes de México comenzaron a comercializar playeras con la leyenda “Faltan 43”, un negocio del que obviamente estaban ajenos.
No fue buena la reacción de la gente cuando el periodista del noticiero Hoy, Carlos Loret de Mola, grabó un video con el título “¿Qué clase de país es este?”, a través del cual mostró su disgusto con la tragedia de Iguala.
Los lazos indiscutibles entre Enrique Peña Nieto y Televisa, cuando encima en el medio del dolor por Ayotzinapa saltó a los medios el “affaire Casa Blanca” del matrimonio presidencial hacen ver con mucha desconfianza cualquier pronunciamiento surgido por parte del personal de la empresa de Azcárraga.
Así sucedió con el comediante Eugenio Derbez, nave insignia de Televisa y quien no dudó en responder al periodista Jorge Ramos para Univisión con una frase lapidaria “para decirle al gobierno ya basta”.
“Me da vergüenza como mexicano”, dijo el creador de la familia Peluche, para el que “el gobierno está involucrado en esto y no es capaz de detenerlo”.
En el contexto latinoamericano, Argentina llevó la voz cantante en lo que se refiere a pronunciarse a favor de Ayotzinapa, en un hecho que no llama la atención si se piensa que fue dicho país sudamericano uno de los más beneficiados con la solidaridad mexicana en tiempos de la cruenta dictadura de 1976-1983.
El cantautor León Gieco fue uno de los primeros en solidarizarse con los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa en Iguala, Guerrero.
Desde Montevideo, Uruguay, donde ofreció un concierto, el autor de “Sólo le pido a Dios”, ofreció una imagen al aire libre sosteniendo un cartel con la siguiente leyenda “Vivos de los llevaron, vivos los queremos”, sumándose así a la fuerte declaración de la organización H.I.J.O.S. México.
“Lo que está pasando en México con los 43 estudiantes desaparecidos nos afecta a nivel humano. No se trata de México, Argentina o algún otro país, es algo que traspasa todas las fronteras. Tantas muertes además ligadas al narcotráfico y a la corrupción, es horrible. Nací en 1976, que es el año en que Argentina arrancó la represión y recuerdo a mi papá llorando por sus amigos que mataban, a mi tía que la torturaron. Los 43 estudiantes desaparecidos son un golpe bajo a la humanidad y el hecho no tiene nada que ver con las banderas, con los países, es una tragedia humana que nos involucra a todos”, dijo Dante Spinetta, miembro de IKV, durante una conferencia de prensa en Sony Music.
En nuestro país destacó el fuerte reclamo del grupo Café Tacvba, cuyos integrantes desplegaron una manta con la leyenda “México = Narcofosa. EPN Gobierno Asesino” cuando el pasado 10 de octubre recibieron el reconocimiento National Council of La Raza en Estados Unidos.
El actor Daniel Giménez Cacho, conocido por su militancia política y su adscripción a las causas de los menos favorecidos, colgó en su muro de Facebook un video con el mismo formato que hizo popular al Movimiento #YoSoy132 en mayo de 2012.
Allí, los normalistas de Ayotzinapa exigen al gobierno federal la presentación con vida de sus 43 compañeros desaparecidos y llaman a la sociedad civil a sumarse a las movilizaciones, advirtiendo que “no somos los únicos en el país, este descontento debe ser generalizado”.
Y luego de ver el video o de leer cualquiera de las declaraciones que claman por la aparición con vida de los normalistas de Iguala, una cosa queda clara: No, no se superará.
La comunidad cinematográfica nacional, encabezada por los célebres Alejandro González Iñárritu, Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro, rechazó la “represión llevada a cabo por parte del gobierno de México durante las legítimas protestas por la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa”.
Mediante una carta dirigida al presidente Enrique Peña Nieto, al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y al titular de la Procuraduría General de la República, Jesús Murillo Karam, la comunidad cinematográfica exigieron la liberación del productor de cine Luis Carlos Pichardo y del resto de los detenidos durante la manifestación del pasado 20 de noviembre en el Zócalo capitalino.
“Demandamos urgentemente el retiro de cargos que se han impuesto a nuestro compañero. Alertamos a los gobiernos, a la opinión pública y organismos internacionales sobre el riesgo que involucra la criminalización y represión de la protesta civil en México”, indicaba la carta, evidencia del claro abismo que hay entre la clase intelectual mexicana y su gobierno.
LA GARGANTA PODEROSA
El Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel grita en la portada del nuevo número de la revista La Garganta Poderosa, hecha por los chicos de las villas miseria de Buenos Aires. En la contratapa, lo acompañan 42 jugadores de River, Boca, Racing, Independiente y San Lorenzo, que pide njusticia por los 43 desaparecidos en México.
“Peña Nieto me hace pensar dos cosas: es un inútil o es un hombre neutralizado, que no tiene capacidad de actuar”, dijo Pérez Esquivel en la nota citada.
El Nobel grita en la portada de la revista de cultura villera , rodeado de los 43 normalistas. Y en la contratapa, muestra de espaldas el número 43 en su camiseta de la Selección mexicana, rodeado de 42 jugadores de los cinco equipos grandes del fútbol argentino, entre los que se destacan Diego Milito, Marcelo Barovero, Leonaro Pisculichi, Fernando Cavenaghi, Sebastián Saja, Daniel “Cata” Díaz, Daniel “Rolfi” Montenegro, Leandro “Pipi” Romagnoli y Gustavo Bou, con una bandera que reza: “Nosotros también somos 43”.
El activista defensor de los Derechos Humanos aseguró: “Desaparecen porque vivimos en democracias formales, que no son reales. Cuando uno vota en la urna y cree que vive en democracia, está equivocado, porque nosotros tenemos democracias delegativas, no participativas. Delegamos el poder a quien nos gobierna y después los gobernantes hacen lo que quieren, en vez de hacer lo que deben”.
En relación al presidente de Estados Unidos Barack Obama, también distinguido con el Nobel de la Paz, Pérez Esquivel sentenció: “Obama puede ser una buena persona, pero como gobernante es un esclavo. Y los esclavos no crean, no transforman, simplemente obedecen lo que dice el amo. Pues en Estados Unidos quien gobierna no es Obama, sino el Complejo Industrial Militar, ese gran centro financiero del mundo. Obama es apenas una persona que está ahí y que hace lo que se le ordena, porque si desobedece le pasa como a Kennedy: lo bajan de un tiro. Y es que Estados Unidos no tiene nada que ver con la democracia en el mundo. Es más, en su ese caso, adhiero a algo que dijo algún viejo sabio: ‘Hay que desaprender lo aprendido para volver aprender’.
La Garganta es una cooperativa de trabajo de La Poderosa,una fuerza social de militantes anónimos y voluntarios, complementaria a las propuestas partidarias populares, que se construye desde las villas, buscando transformar la realidad a través de la organización y la unión vecinal con asambleas barriales, trabajo colectivo, actividades de educación popular y generación de cooperativas de trabajo, para actuar sobre las problemáticas de los barrios y caminar hacia una sociedad justa e igualitaria.
El encuentro con Adolfo Pérez Esquivel se publica en el cuadragésimo cuarto número de La Garganta Poderosa que ya está en las calles de Argentina.
Peteco Carabajal, uno de los folcloristas más importantes de Argentina, será el encargado de cerrar mañana un festival en homenaje a los 43 desaparecidos de la Normal de Ayotzinapa, Iguala, Guerrero.
El encuentro artístico titulado “Ayotzinapa somos tod@s. Los derechos humanos en México” transcurrirá en un escenario más que significativo: la ex Escuela de Mecánica de la Armada, centro de detención, tortura y desaparición de personas donde la pasada Dictadura de Argentina (1976-1983) y que hoy lleva el nombre Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, en homenaje a un escritor secuestrado y desaparecido por los militares.
El acto del domingo, en el que participarán famosos actores y músicos de dicho país sudamericano, se suman a las muchas expresiones artísticas que creadores mexicanos como del extranjero quisieron dejar grabados para honrar la memoria de los mártires de Iguala.
Por caso, la cantante peruana Carmina Cannavino, quien para expresar su indignación y dolor frente a los hechos de dominio público en relación con los 43 estudiantes desaparecidos en el Estado de Guerrero adaptó unos versos de militantes chilenos.
“Abrazo a los familiares / De los desaparecidos / Mi canto sirva de abrigo / A todos los estudiantes / Que se afine mi estandarte y mi voz nunca les falte”, entona una de las interpretes más importantes de dicho país sudamericano y quien reside en México desde hace más de dos décadas.
Saúl Hernández, el líder de Caifanes, se unió a la solidaridad global ante la desaparición forzada de los 43 estudiantes normalistas con el tema “Fuerte”, en el que no sólo refleja el caso de los jóvenes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, también el caso Acteal, el Halconazo, el caso de Aguas Blancas, los feminicidios en Ciudad Juárez y la muerte de los 49 niños en la Guardería ABC.
El cantante mexicano subió a Youtube el video dirigido por Alberto Reséndiz en el que se aprecian escenarios de la vida cotidiana en la Ciudad de México y la letra de la canción hace referencia a la fuerza de los hombres y mujeres que viven la violencia día a día en el país.
“Podrás quemar toda mi historia, podrás quitarme la razón, podrás esconderme la memoria, pero jamás mi corazón. Podrás encerrarme entre tu odio, podrás herir mi integridad, podrás encadenar mis sentimientos, pero jamás mi corazón”, canta Hernández.
En muchos casos, las redes sociales en general y YouTube en particular fueron el destino ideal para expresar mediante diversos géneros musicales, desde reggaetón al reggae, desde el hip hop a la música norteña, la profunda tristeza generada por el ignominioso crimen del matrimonio Abarca y compañía.
En el videoclip Grito de guerra, 30 artistas unidos cantan en nombre de “mexicanos al grito de guerra”.
A ritmo de corrido, el grupo Los Trinos de Ahuehuepan Guerrero, cantó un corrido para Ayotzinapa.
También está el proyecto conjunto del artista gráfico Omar Inzunza, Gran OM, con el cantante Lengualerta que se realizó en la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa con música de reggae.
Lengualerta tiene otra melodía que se refiere al exalcalde de Iguala, José Luis Abarca Velázquez, al que llamó El señor matanza, como la canción de Mano Negra.
Con ritmo de norteña, el grupo Estocada lamenta a los desaparecidos en la canción “Lágrimas”.
Achel Ama llunku canta una melodía en ritmo de ska y Proza 54, hace lo propio pero en formato rap.
Con un video musical, alumnos de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM levantaron la voz, al igual que el cantautor Arturo Leyva.
